Es triste reconocer que lo que más piensas en todo el día, es en la soledad. No poder evitarlo duele aún más, ya que percibes que no hay nada más allá. Es el sentimiento más normal en tu mente, el que más odias, y el más fuerte. Imposible es separarse de él. Lo intentas, pero te supera con creces. Quieres convertirte en un ser autista, pero no. En ese instante, ella aperece en tu mente, iluminando tus ideas, tu vida. Ahora viene lo difícil, aferrarse a ella, mantenerla en tu vida como principal apoyo, queriéndola.
Por los hombres que aún sabemos y queremos amar, como lo hicieron nuestros abuelos, por ellos, los que de verdad merecen la pena. Pueden huír de esa soledad abrumadora tan sólo con una sonrisa de su razón de vivir. Por ellos, nosotros, los que no sentimos sin complejos.
Gracias, Eva, por iluminar más de una vez mi camino.
